Cada instante de la existencia presenta una ocasión única y previsiblemente irrepetible, frente a la que debemos responder con responsabilidad personal.
La vida es un responder a una suma finita de instantes que sólo se brindan una única vez.
Todos tenemos y escribimos una historia personal, una historia con el poder de ensombrecer o aligerar los contenidos del presente y las expectativas del futuro.
La vida es comparable a un libro donde su valor no se mide por la cantidad de páginas escritas sino por la profundidad del pensamiento y su belleza literaria. Una vez que hemos realizado algo la eternidad lo cuidará.
Somos responsables de lo que elegimos hacer, de lo que hemos elegido para que forme parte de nuestro pasado.
Vivir cada instante "con vibración de eternidad": vivir con todo el corazón, notas que se inscriben en el pentagrama de todos los días.
¿Cuál es la piedra de toque para conocer si ese vivir eterniza o malgasta el instante presente?
El eco de una voz de la conciencia que dice:
¿Quién repone el amor que yo no doy?
¿Quién da sentido al sufrimiento que yo rechazo?
¿Quién puede suplir mi singular y peculiar misión?
¿Si no lo hago yo, quién lo hará?
Este instante es un reto de la existencia para que el hombre mejore, ya que cada instante sólo se presenta una vez: esta vez.